El jefe de la cochería Carunchio-Péculo explica que los negocios funerarios en Argentina no conocían la tanatopraxia hasta que su tío la investigo y lo mandó a formarse en ella. Hoy, él abre las puertas de su funeraria para alumnos suyos que quieran educarse en esa mismas técnicas innovadoras y complejas.
Por: José Guzmán Moviglia
“En Argentina es reacio el nombre ‘embalsamamiento’ porque la gente cree que se trata de abrir el cuerpo de la persona, sacarle los órganos y llenarlo de paja. Pero eso no es lo que yo hago”, así describe Daniel Carunchio, jefe de la cochería Carunchio-Péculo y tanatopráctico, su oficio diario.
El embalsamamiento, o tanatopraxia como prefiere llamarle Carunchio, consiste en un reemplazo del fluido sanguíneo por productos germicidas, conservantes y humectantes anti-hongos. Es un proceso delicado, técnico y muy preciso. “Para formarme, tuve que viajar por todo el mundo porque acá nadie ofrecía nada”, explica el sobrino y heredero de Alfredo Péculo, fundador de la franquicia de cocherías Paraná.
INFOGRAFÍA de los lugares a los que Daniel tuvo que viajar para formarse: Colombia, China, Panamá, Rusia, Estados Unidos. “Hicimos un cóctel de todo ese conocimiento del mundo y lo traducimos a la Argentina.”
Carunchio que fue idea de su tío indagar sobre la tanatopraxia, que hasta entonces era desconocida en la Argentina. Al final de su investigación, Péculo y Carunchio quedaron asombrados por los resultados del método e invirtieron en especializarse. “Incluso los familiares del fallecido nos destacan que el cuerpo se ve mejor con nuestras técnicas que en vida”, remata el tanatopráctico.
El fin del embalsamamiento es múltiple. En parte, sirve para que el cadáver no expulse olores y líquidos en su proceso de descomposición, y así puede conservarse mejor durante el tiempo que los familiares consideren necesario. Puede ser días, semanas, meses, años, o incluso que quede eternamente. Luego, también hay funciones más estéticas. Al hacerle al cuerpo una serie de operaciones complejas, el cadáver recupera su color natural (pues antes de recibir el tratamiento, los cuerpos suelen ponerse morados), tensa su piel y da la impresión de que ha rejuvenecido.
INFOGRAFÍA de los factores que complejizan la tanatopraxia: traslado a otro país, disposición del cuerpo en una bóveda o panteón privado, deseo de los familiares, desfiguramientos.
Hay situaciones en las que el estado del fallecido es tan grave después de salir de la morgue que exige más que estos tratamientos básicos. Si sufrió un choque de auto y queda desfigurado, por ejemplo, es necesario hacerle una reconstrucción. Esto consiste en rearmarle principalmente el rostro, las manos y alguna otra pieza que la familia vea como necesaria para despedirse dignamente. Para ello, Carunchio utiliza una gran variedad de instrumentos: moldes, caucho líquido, parafina, entre otros.
DESPIECE de cita: “Muchas de estas herramientas vienen de Pakistan. Incluso los instrumentos que se venden desde Estados Unidos son copias de los productos pakistanís. Lo mismo aplica para las argentinas.” Agregarle imágenes relacionadas a Pakistan y una foto de Carunchio.
En todo este proceso, puedo trabajar solo o con alguien que me ayude. Normalmente, si viene alguien, es alguno de los chicos que esté haciendo el curso o que ya cursó y ahora quiere hacer las prácticas, en especial a los que tienen más dedicación al oficio. Carunchio relata la historia de uno de sus alumnos para mostrar lo dedicados que pueden ser: “Hay uno que viene desde Morón en bicicleta todas las madrugadas para poder estar acá a la mañana y practicar con los cuerpos.”
Sin embargo, para la empresa Carunchio-Péculo, una parte importante del proceso es su función sanitaria más allá de su aspecto estético. Esto requiere determinar bien la causa de la muerte, y, en base a ello, trabajar al cuerpo para evitar que esparza alguna bacteria o infección. Carunchio justifica esta actitud: “Si el cuerpo no está en buenas condiciones, no solo nosotros que trabajamos con él corremos un riesgo, sino que sobre todo los familiares están en peligro.” Él continúa explicando que, a menudo, los seres queridos del muerto tocan, abrazan y besan para decir adiós, y esto exige que él y su equipo tomen las medidas sanitarias necesarias para evitar peligros.
El jefe de la cochería agrega que en todo ese proceso la clave es el respeto. Él no busca que el trabajo con la muerte sea algo sombrío con vestidos negros, llantos y calaveras. Pero él sí desaprueba de palabras o conductas que resten dignidad a la persona en la camilla o el ataúd.
Carucnchio concluye: “A mí no me gustaría que el tipo que me esté abriendo las arterias haga chistes o use palabras burdas, ¿entonces por qué voy a hacerlo yo con otros?”
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