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Cementerio Parque Recoleta: dónde la muerte no es tabú

Updated: Oct 26, 2022

“La gente siempre trae flores. Hay una de una beba que falleció hace 15 años, pero el padre todos los domingos viene a ponerle flores y una muñequita”, relata Patricia Pinto, que trabaja hace 17 años en el cementerio.


Por: Bernardita Azpiroz


Créditos: BA


Patricia Pinto y Hernán Zunino son parte del mundo de los servicios fúnebres hace más de 17 años, por lo que hablan de la muerte con normalidad. Ambos trabajan en el cementerio Parque Recoleta que comenzó como un cementerio evangélico, luego fue relanzado en el 2003 y con funcionamiento pleno en el 2005.


Hernán Zunino, Gerente General, comenta que el cementerio Parque Recoleta contiene parcelas, nichos, bóvedas y dos hornos para aquellos que deciden cremar a sus familiares. Además, cuenta con su personal de campo (jardineros, inhumadores, el capataz y cremadores), administrativo, de venta y de cobranza.


Por otro lado, Patricia Pinto, administradora del cementerio Parque Recoleta, comenta: “Cuando yo entré a trabajar estaba recién divorciada, me encontraba muy mal. Tenía una chiquita de 4 años y no encontraba trabajo. Mi mamá decía que me iba a hacer mal trabajar en el cementerio, pero nada que ver. Por ejemplo, hay veces que estoy aburrida y tengo que ver algunas placas entonces me voy a caminar por el parque”. Además, confiesa que al estar en contacto con la muerte decide ver el lado positivo y pensar en que ella y su familia se encuentran bien.


Algunas de las historias que resuenan en el cementerio tratan de familiares que años después siguen yendo a visitar a los difuntos y recordarlos con cariño. Patricia comenta del padre de una beba que murió hace 15 años, pero que todos los domingos va a la tumba de la mano de flores y muñecas para su hija. Después, relata la historia de una madre que dejaba la mamadera de su bebé difunto en su tumba, sin embargo, muchas veces se volaba o la robaban. Por lo tanto, uno de los chicos del parque decidió levantar la placa y poner la mamadera debajo para que la mamá se quedase tranquila.


Créditos: BA


“A mí me sorprende mucho cuando creman a los bebés. Había un chico que trabajaba en el crematorio y era papá, entonces, cada vez que metía en el horno un bebé lloraba. En todo este tiempo solo dos chicos dejaron de trabajar: uno duró tres días y otro seis meses”, relata, una vez más, Patricia Pinto.

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